3 de septiembre de 2011

No hay medallas ni trofeos

Me encanta ver llover, me puedo pasar horas mirando las gotas pegadas al cristal, ver como se deslizan por el hasta llegar a su fin. Ver como cada una hace un recorrido distinto, como luchan por llegar al final del cristal las primeras, como una carrera, una carrera que puede durar diez segundo o una hora. Cada vez que soltaba el aire por la boca, el cristal se empavonaba, y me impedía seguir observando la cantidad de carreras que convivían en un mismo cristal. Cada gota era especial, diferente a las demás, yo podía apreciar esa diferencia.
Dejó de llover, las carreras habían terminado y no había ganadores,  ni medallas o trofeos, Sólo quedaban los recuerdos, los surcos en aquel cristal, la prueba de que ello había sido un pequeño espectáculo con un solo invitado.

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