26 de septiembre de 2011

Blablabla

Empiezas a caminar, las miradas siguen tus pasos esperando que te tropieces que caigas, que cometas un herror.
Sabes que todos los ojos están puestos en tu espalda, en tus pies... pero tu les evitas la mirada, pasas por delante con la mirada hacia el suelo. Escuchas sus voces hablando de tí, sus susurros y cotilleos, en los que la protagonista, desafortunadamente, eres tú.
Cuando entras a clase vas directa a tu sitio, sin fijarte en nada ni en nadie, te sientas e intentas pasar inadvertida, algo que a estas alturas es imposible. Abres tu cuaderno y empiezas a hacer garabatos sin sentido intentando distraerte para que el tiempo pase más rápido. Notas un olor demasiado familiar, como para decir que la persona que lo lleva es muy buena. Pasas de ella, y sigue concentrada en sus dibujos, pero  Blade no se rinde ahí, sus largos dedos, con sus uñas rosas, acabaron encima de su  cuaderno, evitando que pudiera seguir dibujando.
Levantó la vista, Blade siempre tenía el mismo aspecto, siempre iba perfecta.
-¿Qué quieres?

8 de septiembre de 2011

Capítulo 3.

Noté como si alguien me revolviera el pelo. ´Me costó un poco enfocar la vista, cuando lo conseguí del todo me encontré con Mike. Estaba sentado en mi cama, y sí, me estaba revolviendo el pelo.
-¿Qué estás haciendo?- Le pregunté mientras me incorporaba.-Deja ya de enredarme el pelo Mike.
- Papá me ha dicho que te despierte, parece estar de muy buen humor, está haciendo huevos para desayunar.
- vale, pues supongo que tendremos que bajar y ir a averiguar qué quiere de nosotros exactamente.
Me cambié de camiseta y de pantalones, luego me hice una coleta y bajé al comedor.
Mi padre no solía hacer grandes desayunos a no ser que fuera para darnos una noticia, si la noticia era muy mala, hacía chocolate, huevos, bacon, zumo ( lo único saludable de ese desayuno), churros, etc... y a veces hacía tarta.Si la  noticia era solo mala, hacía café, huevos y bacon, si era muy buena, hacía solo chocolate, Cuando era normal o buena hacía simplemente huevos con café. Mi padre era muy especial.
- Buenos días papá. - me acerqué y me llene una gran taza con café recién hecho. - ¿Qué quieres decirnos?
Mi padre me sonrío, sabía perfectamente que conocía bien sus trucos.
- Julio y su familia nos invitan a comer a su casa, harán una barbacoa como en los viejos tiempos, quiero que os comportéis y que luego paséis la tarde con will, así ya no ira tan perdido el lunes, y os podéis conocer mejor. ¿Huevos?
- No gracias.- me levante de la mesa con el vaso de zumo en la mano.- Voy a prepararme. He quedado antes con Matt y Alison, pero volveré pronto para no llegar tarde.
-¡Esa es mi chica!
subí a mi habitación, la verdad no iba a pensar mucho qué me iba a poner, cogí unos baqueros y una camiseta básica azul, me puse las zapatillas, me arreglé un poco el pelo y fui a buscar a Mike, siempre me llevaba los sábados por la mañana a cualquier sitio.
Llegué a su habitación, otra vez estaba leyendo ese libro, entré sin hacer mucho ruido, no quería asustarlo.
- Mike, tienes que dejar de hacerlo. - El me miró fijamente, estaba triste, me costaba mucho verle así. - Es sólo un libro.
- Déjame,  metete en tus asuntos. Creo que soy mayor para cuidarme solito. ¿A dónde quieres que te lleve hoy?
- Olvídalo, puedo ir andando. - Salí de su cuarto medio corriendo, bajé las escaleras y me marché. Empecé a andar hacia el parque, no podía creer que Mike siguiera leyendo eso, le hacía daño. De repente su móvil sono.
-¡Hola Alison!, ¿Qué pasa?
-Se me olvidó decirte ayer que no podía venir hoy al parque, lo siento voy de camino a casa de mi abuela, un beso.
Perfecto, ahora tendría que volver a casa y volver a ver como su hermano sufría en silencio sin que ella pudiera hacer nada.
- ¡Dana! -Alguién la llamó, al principio no reconoció bien la voz, luego le vio, estaba a unos metros de ella. - Hola, ¿Qué haces aquí tan temprano?
- En teoría iba a quedar con Alison pero... no puede venir. ¿Y tú?
- Mirar el pueblo, para no perderme cuando llegue mi coche, y bueno... ¿Vas a venir a la barbacoa?
- Si, por... los viejos tiempos. - Ambos se sonrieron. Parecía un momento incómodo pero cuando Will le sonrió dejó de serlo.
- Si, bueno supongo que tu y yo fuimos muy amigos o eso es lo que dicennuestros padres. ¿Quieres dar un paseo?
- Me encantaría, no quiero volver a casa. - me miró perplejo. - Verás si vuelvo ahora, tendré que ver como mi hermano lee un libro que le hace daño.
Le contó toda la historia, y sintió que Will la entendía. Se pegaron una hora sentados en un banco  hablando, el tiempo pasaba muy rápido al lado de Will.
- Mi madre ha encontrado fotos de cuando éramos pequeños, si quieres te las puedo enseñar esta tarde después de comer.
- Eso sería genial, la verdad es que no tengo casi fotos de cuando era pequeña, la mayoría se quedaron en la otra casa. Bueno pues supongo que nose veremos dentro de un rato...
- Sí. - Will volvió a sonreir, era una sonrisa que le hacía sonreír a ella también. - Espera te acompaño a casa.
Subí a mi cuarto, la verdad es que tenía unos cuantos trabajos a medias.  Cuando se acercó la hora de comer, alguien llamó a la puerta.
- Papá nos está esperando en el coche, - Mike se quedó un rato mirándome fijamente a los ojos, luego se marchó.
Cuando bajé ya se habían montado los dos en el coche, yo les imité.
El camino hacia Goldtrees no era demasiado largo, pero sí muy bonito. En seguida vimos la casa, era grande, demasiado para una familia como aquella.
- Pasar, venga, ya estoy preparando la barbacoa, y mi mujer ya ha puesto la mesa, sólo faltáis vosotros.
Julio nos  enseñó el jardín, era enorme, Will podría entrenar bien ancho.
- ¿Dónde te quieres sentar Dana? , ¿Por qué no os ponéis Will, Mke y tu juntos a este lado de la mesa? - me sonrió. Casualmente yo estaba en medio, ultimamente esto pasaba muy amenudo.
Terminamos de comer y Mike consiguió escabullirse para ir a jugar a baloncesto, así que me quedé yo sola con Will. Estábamos viendo fotos de cuando éramos pequeños. Resulta que éramos muy buenos amigos, nuestros padres decían que éramos inseparables,   y que cuando nos mudamos lloré durante toda una semana.
Encontré una foto entre el montón que había sobre su cama.
- Valla, esta foto.. - no sabía muy bien que decir. Estábamos los dos abrazados entre la hierba - Es muy bonita.
Will cogió la foto para verla bien, al hacerlo rozó su mano con la mía. Nos quedamos así, cogidos de las manos sin decir nada, era una sensación muy agradable.
Will volvió a mirar la foto pero no soltó mi mano. Empezó a sonreír.
- Me acuerdo de este día. Me acuerdo de que tu hermano no quería que jugaras con nosotros, y te enfadaste, te fuiste corriendo.
Era todo tan raro, eran parte de mi vida, partes que yo no recordaba, lo intentaba y no conseguía acordarme de ninguno de esos momentos tan bonitos, esa no era mi vida, no podía serlo.
- ¿ Qué te pasa Dana? - Preguntó preocupado. - ¿Estás bien?
- sí, sólo que creo que esta no soy yo, ni esa, ni esta otra... - decía mientras señalaba las fotos una a una.- no recuerdo ninguno de estos momentos.
- Con el paso del tiempo, los recuerdos se van olvidando y más si no tienes fotos para inmortalizarlos e ir recordándolos, además tampoco es que hablaran mucho sobre esos años. Pero no te preocupes, yo los recuerdo por los dos. - Me sonrío, aquella sonrisa era preciosa, me sentía muy agusto cuando  la veía.
Will empezó a acercarse, nuestros labios estaban a tres centímetros, yo le miraba fijamente a los ojos, él encambio, miraba mis labios, se acercó un poco más, iba despacio para darme tiempo a negarme, pero yo no quería eso, Se volvió a acercar, abrió los labios, estaban a punto de rozarse  con los míos.
- ¡Will, Dana!- Gritó su madre desde el otro lado de la puerta. Nos separamos en un segundo, justo cuando la cabeza de su madre se asomaba por el resquicio de la puerta. - ¿ Por Qué no vais a dar una vuelta?, no os vais a quedar toda la tarde en casa...
- Sí, vamos. - Me agarró de la mano y me bajamos las escaleras corriendo, apenas me dio tiempo a decirle adios a mi padre, estaba en el jardín hablando con julio. Cuando salimos a la calle, me condujo hacia el parque que había en frente. - Mi madre es muy inoportuna. Mmm... ¿Qué te gustaría hacer?
- Oh.. pues no se, ¿Podríamos dar un paseo?- Lo dije sonriente, el también sonrío, me cogió de la mano y empezó a andar. Al principio no supe qué hacer.
- ¿te molesta? - Preguntó mirando nuestras manos cogidas.- Si quieres puedo...
- No no no, así está bien.

6 de septiembre de 2011

Reencuentros.

No puedes esperar  más, los nervios se te están comiendo por dentro. Notas como las mariposas de tu estómago se extienden por todo el cuerpo, ahora sientes un cosquilleo en los brazos, las piernas... todo tu cuerpo estaba nervioso.
No podías permanecer quieta, te movías de un lado para otro, pensando si habría cambiado, si sentiría lo mismo. Escuchaste como anunciaban la llegada de su vuelo, ya solo faltaban unos minutos para verle, para abrazarle. Estaba más nerviosa que antes, no sabía que se podía estar aún más. Por fin el momento llegó las puertas empezaron a abrirse.  Empezó a buscarle con la mirada entre la  gente, ahí estaba. Tan perfecto como siempre, con el pelo despeinado, y aquella sonrisa que siempre se adueñaba sus labios.
Me vio, se quedó parado, al igual que ella no sabía que hacer. Pero entonces comenzaron a andar, cada vez más rápido hasta que se encontraron y se fundieron en ese abrazo, ese abrazo tan perfecto que se daba la gente cuando había estado mucho tiempo sin verse. Se quedaron ahí, abrazados.
-Te he echado muchísimo de menos... - Le susurró el con su cabeza apoyada entre su hombro y su cuello, su cabeza encajaba perfectamente. - Tenía tantas ganas de verte.
Se apartaron y se miraron a los ojos, Cloe comprendió que nada había cambiado, seguían sintiendo lo mismo.

4 de septiembre de 2011

Capítulo 2.

¿Julio?, ¿Quién era Julio?, ¿De qué conocía a mi padre?. Eran muchas las preguntas que brotaron en mi cabeza de repente.
-¿John?, ¿Qué tal estás viejo amigo?- Se fundieron en un abrazo. - Así que es aquí donde te mudaste.
- Sí. ¿Qué tal Valeria?
¿Valeria? ¿Quién es Valeria?
- Bien, está en el coche con mis hijos.-Volvió a sonreír, era una sonrisa familiar, una sonrisa conocida. - ¿Esta es tu pequeña Dana? -Sabía mi nombre. ¿Quién era ese hombre?- Valla... como pasa el tiempo, estás muy mayor, y te has convertido en una jovencita muy guapa.
- mm... Gracias -Intenté sonreír al desconocido, aunque mi sonrisa no fue muy convincente.
- Walter pasa, ¿Por qué no os quedáis a cenar? Así nos pondremos al día, venga pasa.
- Me parece estupendo, estamos algo hambrientos por el largo vieja, ya sabes. Voy a decírselo a los demás.
- Dana ves a avisar a Mike. - Mi padre salió disparado hacia la cocina, me imagino que iría a preparar algo más de comer. - ¡Dile de mi parte que se comporte.!
Subí las escaleras intentando asimilar lo que había pasado. Antes de avisar a Mike llamé a Ali para decirle que no podía ir a cenar con ellos, que ya nos veríamos más tarde.
Toqué la puerta del cuarto de Mike, siempre la cerraba intentando tener un poco de intimidad, pero viviendo en esta casa... era algo un poco imposible de conseguir, sobretodo desde que había muerto mamá.
- Mike tenemos visita. - Estaba tirado en la cama leyendo el libro que mi madre me leía de pequeña. Un libro sobre profecías, brujas, duendes... Cuando leí el libro directamente me di cuenta de que no era un libro tan bonito como lo era cuando me lo leía ella. Hacía que pareciese distinto, supongo que porque sustituía los tristes y aveces sangrientos finales, por cosas felices y de cuento de hadas. - ¿Por qué sigues leyendo eso?
- No se..., la verdad creo encontrarme con algo que me explique la razón de por qué mataron a mamá.
- Mike... - No me dejó terminar, sus ojos se habían vuelto llorosos, no le gustaba hablar de mamá, nunca lo hacía.
- Venga vamos, has dicho que teníamos visita.
Bajamos las escaleras, estaban todos en el salón, mi padre, Julio, una mujer muy guapa de pelo largo y de color rojizo con unos grandes ojos verdes,pensé que sería Valeria. A su lado había una niña de unos diez años, era rubia, con el pelo largo y también tenía unos grandes ojos verdes. En el extremo del sofá se encontraba un chico, parecía más mayor que yo, era fuerte a simple vista, tenía el pelo alborotado de color marrón, y unos ojos azules, un azul verdoso. Mi padre, Julio y Valeria estaban hablando de algo, cuando terminamos de bajar las escaleras, todas las miradas fueron a parar hacia donde estábamos Mike y yo. Me sentí algo incómoda, miré de reojo a Mike, el también se sentía algo extraño.
- Dana, Mike ¿Os acordáis de Julio y Valeria?, solían venir mucho a nuestra antigua casa cuando erais pequeños. También venía Will? - Al decir aquel nombre señalo al muchacho sentado en el extremo del sofá. - Bueno, supongo que todo el mundo está hambriento así que propongo que nos pongamos a comer.
Mi padre estaba muy ilusionado, se podía ver en el brillo de sus ojos y las sonrisas que dedicaba durante la cena.
La cena se alargó demasiado, me tenía que marchar ya.
- Papá, me tengo que ir. - Lo dije mientras me levantaba, esa situación había dejado de ser incómoda y había pasado a ser extraña. - Les dice a Alison y a Matt que me reuniría con ellos después de cenar.
- Dana, tenemos invitados, invitados importantes, no te puedes  marchar ahora.
- Venga..., papá...Volveré pronto...
- Dana no lo intentes, sabes que  conmigo no funciona tu don, te conozco demasiado bien. -me dedicó una sonrisa triunfal- Ahora siéntate y continuemos con la velada.
Puede que mi padre no se hubiera dado cuenta pero había revelado nuestro secreto. Me lo quedé mirando boquiabierta, lo había hecho.
Cuando se dio cuenta de la expresión de mi cara, se dio cuenta  de lo que había hecho.
- Tranquila, ellos son como nosotros, y puede que no te acuerdes pero Julio fue el primero en descubir tu don.
- ¿Qué?, ¿Tu... vosotros.... sois estos? - Fui corriendo al pasillo y cogí una foto en la que estaba todo el mundo muy sonriente, estábamos: Mike, yo y otro niño en la primera fila cogidos de las manos, después estaban mis padres y al lado había otra pareja. Llevé la foto al comedor y se la entregué a Julio, el la miró y empezó a sonreír.
- Si,- Soltó una gran risotada.- Me acuerdo de que no querías quedarte quieta, la tuvimos que repetir un montón de veces. Al final conseguimos convencerte, bueno en realidad te convenció Will, tú, Mike y él os cogisteis de las manos y no os soltasteis hasta que nos fuimos. Los tres érais muy buenos amigos,  siempre os apoyabais, nunca os separabais. - Nos echó una rápida mirada a los tres. - Y aquí estáis otra vez.
- Papá ya que yo no puedo salir de casa... ¿Puedo traer a... -No me dio tiempo a terminar.
- Lo he pensado mejor, puedes ir con Alison y Matt, pero...
-Pero...
- Podrías ir con Will.- Me quedé algo parada, me estaba esperando que me dijera algo como:<<Volverás a las once y media>> pero no esperaba eso en absoluto. - Así conoce gente, ya no estará tan perdido el lunes en el instituto. Llévate también a Mike.
- Vale,¿ supongo que al ir acompañada de Mike la hora se alarga más no?
- Bueno, pero dale también las gracias a Will. Venga marcharos.
Empezamos a andar, el parque no estaba demasiado lejos, no se cómo pero yo acabé en medio de los dos chicos.
- Bueno..., ¿Qué vamos hacer  esta noche?- Preguntó Will, parecía nervioso.
- Hoy es la noche de las estrellas, así que vamos al parque, no vamos hacer nada interesante, sólo las miraremos- Intenté sonreírle. -Ahí está Matt.
me adelanté para poder darles una explicación de dos segundos sobre que pasaba.
Al verme, Matt me dio un abrazo. Alison estaba detrás sentada en el suelo, me levantó una mano en forma de saludo. Se quedó mirando a Mike.
- Luego te lo explico - le susurré.
- Hola, bueno vamos a ver estrellas.
Ali se incorporó corriendo al escuchar la voz de Mike, al hacerlo pudo ver al desconocido que le acompañaba.
- Matt, Alison,  este es Will, un... amigo - No tenía muy claro como debía presentarlo. - Will, estos son Alison y Matt.
Alison le sonrió tímidamente, Matt le chocó la mano.
Nos tumbamos los cinco en el suelo, cerré los ojos e intenté asimilar todo lo que había pasado. Miré a Mike, estaba haciendo lo mismo que yo. Así nos quedamos hasta que llegó el momento de volver a casa.
Cuando llegamos sus padres ya se estaban preparando para marcharse, cuando nos vio mi padre nos preguntó qué tal lo habíamos pasado. Will y su familia se despidieron y se marcharon, yo subí las escaleras a la carrera, cerré la puerta de mi habitación y me tiré en la cama a la espera de que el sueño llegara.









Capítulo 1.

Me sumergí un poco más,  notaba como mi corazón latía desenfrenado. Seguí buceando un poco más, llevaba seis minutos debajo del agua, de momento solo quedábamos dentro, Elisa, Anna, Susan y yo.
Estaban sentadas, agarradas al fondo, totalmente quietas para no gastar energía, yo en cambio no paraba de dar vueltas, volteretas, no dejaba de ir de un lado para otro. Eso me despistaba y hacía que durara un poco más de lo normal, aunque eso más los poderes que estaba desarrollando... seguramente harían que pudiera permanecer una hora bajo el agua sin subir a por aire. Pero no podía permanecer tanto rato, o la gente se empezaría a preguntar si yo era una persona normal. Susan salió del agua,seguida de Elisa. Anna seguía allí sentada con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. Ocho minutos, ya había batido mi récord, tenía que salir del agua, no llevaba tanto tiempo entrenando como para conseguir esa marca. Mi cabeza se asomó por encima del agua, entonces Isabel, la entrenadora, hizo sonar una campana que indicaba a la persona de dentro del agua que solo quedaba ella bajo el agua. Unos segundos después de que la campana sonara Anna salió a la superficie y pegó una gran bocanada de aire.
- Muy bien chicas, como sigáis a este ritmo pronto seréis las campeonas en atneas más jóvenes. Ahora ir a asearos y marchaos a casa, os lo merecéis. - Nos sonrió a todas, se dio media vuelta y se marchó.
Al salir al aparcamiento del instituto, vi a mis mejores amigos esperándome.
-¡Hola!- Dije mientras sonreía- ¿Qué tal?
- Hola, bien. ¿Qué tal tu entrenamiento?- Matt era el capitán del equipo de fútbol, era alto, delgado, fuerte, con el pelo castaño y despeinado, con una sonrisa de actor y unos ojos azules que eran tus mejores aliados para saber cuando estaba mintiendo y cuando no. Era el típico chico que dejaba un rastro de suspiros y desmayos por su lado.- Esta noche es noche de estrellas, ¿Queréis que vallamos a verlas?
-¡Sí, claro! - Alison parecía emocionada.-Podríamos cenar también fuera, y así empezamos la velada antes. ¿Qué os parece?
Yo sonreí a modo de respuesta, Matt dijo que sí muy emocionado.
Me marché a casa para prepararme, tampoco tenía mucha ropa entre la que escoger, así que me decidí por unos pantalones vaqueros, una camiseta algo justa y unas simples zapatillas. Mi pelo era un caso a parte, simplemente lo dejé caer sobre mis hombros. Cuando miré el reloj me di cuenta de que me sobraba mucho tiempo, bajé al salón y empecé con el trabajo de historia del jueves.
Alguien llamó a la puerta. Era demasiado pronto como para que fuera Ali.
-¿Abres tú Dana?- Preguntó mi padre desde el piso de arriba.-¿ O vas  a hacerlo tú Mike?
- ya voy yo. -Grité para que mi padre pudiera oírlo. Fui a la puerta y la abrí.
-Hola, mm... ¿le puedo ayudar en algo? - Delante tenía a un hombre, aproximadamente de la misma edad de mi padre, con el pelo castaño, y unos ojos verdes. Detrás de él había un coche, dentro había un chico, parecía más mayor que yo.
- Sí, nos hemos mudado y se nos ha hecho de noches, nos podrías decir dónde se encuentra la calle Goldtrees.
- ¿Quién es hija?- preguntó mi padre acercándose a la puerta.-¿Julio? ¿Qué estás haciendo aquí?

A veces huir, no es tan malo.

Huyamos, dejemos atrás todo lo malo, cojamos sólo lo bueno, aquellos momentos, recuerdos, objetos, palabras, sueños, etc... que nos hacen fuertes, que nos permiten seguir viviendo dentro de un mundo en color, cojamos si quieres un par de botellas de ron, pero haz que cuando brindemos con ellas no sea para olvidar, sino para hacer recordar. Cojamos las llaves de los cajones que guardan tus penas, y tirémoslas las mar. Cojamos pañuelos de papel, para poder secar las lágrimas de una vez y así evitar que vuelvan a caer, tira los mapas y las brújulas, no me importa el lugar al que lleguemos, no me sentiré perdida. Cojamos todo el amor que nos une, y nos junta para preparar este gran viaje.

Tu mejor arma

Hay distintas formas de hacer daño o hacer feliz a las personas pero, normalmente esas características no suelen venir juntas en una misma arma,por eso nuestras mejores armas son las palabras ya que con ellas podemos hacer mucho daño y también remediarlo.

3 de septiembre de 2011

Capítulo 1

Escuché el sonido del silbato, me lancé al agua toda decidida. Empecé a nadar, podía escuchar los gritos de la gente que estaba en las gradas observando la competición, gritaban un montón de cosas, sus voces se mezclaban unas con otras impidiéndome reconocer alguna. Seguí nadando, faltaba poco para llegar a la meta, intenté ir un poco más rápido, y me sorprendí de que fuera capaz de hacerlo. Por fin llego el momento más esperado, toqué la pared y salí corriendo del agua. Volvió a sonar aquel silbido que anunciaba que ya había un primer lugar en esta carrera.
Me giré para terminar de ver la carrera, les faltaba muy poco para llegar a la meta. Alguien de otro instituto toco la pared e hizo lo mismo que yo, hubo un segundo silbido. Segundo puesto, ahora solo quedaba una oportunidad, una para seis personas nadando y luchando por ella. tercer silbido, todo había acabado. La gente empezó a aplaudir, entre el público se podían distinguir diferentes emociones, había gente decepcionada, gente saltando de alegría, otros simplemente miraban el reloj esperando que esta competición terminara, por suerte para ellos ese momento se acercaba.
- ¡Hola! Bueno ya es hora de entregar las medallas a las ganadoras de esta competición. En primer lugar con medalla de oro: Lena Shinestone.
Subí a por mi medalla, saludé al público y me dirigí a los vestuarios mientras anunciaban a los demás ganadores. Cuando salí me estaban esperando mi madre y mi hermano, Mathew formaba parte del grupo de personas que no paraban de mirar el reloj para que esto terminara.
-Felicidades - Me dijo mi madre a la vez que me abrazaba.- Lo has hecho genial, como siempre.
- Gracias- dije a la vez que sonreía.
- ¿podemos irnos ya? Es viernes por la tarde, no quiero seguir en el instituto ni un segundo más. - Mat empezó a andar hacia la puerta.
Al llegar a casa, él se encerró en su cuarto y yo en el mío, no tenía ganas de hacer nada, ningún entrenamiento, ni ninguna escapada. --------- y sus hermanos tendrían que esperar.
Fueron pocos los minutos que tuve para desconectar, pues mi madre llamó a la puerta.
- Tienes visita- lo dijo con una sonrisa en la boca, últimamente estaba muy contenta, sus ojos lo demostraban, en ellos podías ver un brillo que no veía desde que papa murió.- No le hagas esperar, Lena.
Cuando bajé, encontré a mi "visitante" esperando en el recibidor, estaba inquieto. Me escucho bajar y miró hacia las escaleras, me dedico una de las mejores sonrisas que había visto en estos dos meses.
- Hola campeona, ¿Por qué no me dijiste que tenías hoy la competición? Habría ido a verte...
- Se me pasó, he estado muy liada últimamente, y ya sabes, tampoco era tan importante. - me miró fijamente a los ojos, como si estuviera buscando algo. - ¿Nos vamos?
- Sí, claro.
Nos montamos en su coche, siempre lo tenía reluciente, y la verdad nunca le había visto limpiándolo.
- ¿Qué toca hoy? ¿Defensa? ¿Don ?- Soltó una risotada al ver mi ansía por empezar.
- Pues... la verdad había pensado en dar un paseo por las nueva feria, comer algodón de azúcar, montar en lo que tú quieras y no se, simplemente quiero pasar el resto de la tarde contigo.
- Me parece bien este nuevo plan, nada de entrenamiento por hoy. - Sonreí, no podía evitarlo.







Vive tu vida

No tenemos por qué hacerlo si no queremos, no somos perfectos. Todo el mundo tiene defectos, es normal, pero también tienes virtudes, y estas son un poco más difíciles de ver. No pienses que siempre tienes que estar luchando, no pienses que tienes que ganar, que tienes algo que demostrar. No, no tienes por qué, es tu vida no la de los demás, tú eres el que sufre no los que te miran desde fuera y esperan que seas como te dicen. Aunque no lo creas tienes algo especial, no lo dejes escapar. Vive tu vida no la de otra persona, que no pudo vivirla. Digan lo que digan eres tú el que tiene que ser feliz con ella no los demás.

No hay medallas ni trofeos

Me encanta ver llover, me puedo pasar horas mirando las gotas pegadas al cristal, ver como se deslizan por el hasta llegar a su fin. Ver como cada una hace un recorrido distinto, como luchan por llegar al final del cristal las primeras, como una carrera, una carrera que puede durar diez segundo o una hora. Cada vez que soltaba el aire por la boca, el cristal se empavonaba, y me impedía seguir observando la cantidad de carreras que convivían en un mismo cristal. Cada gota era especial, diferente a las demás, yo podía apreciar esa diferencia.
Dejó de llover, las carreras habían terminado y no había ganadores,  ni medallas o trofeos, Sólo quedaban los recuerdos, los surcos en aquel cristal, la prueba de que ello había sido un pequeño espectáculo con un solo invitado.

Miles de mundos

Alicia, tenía su mundo detrás de una madriguera escondida entre las altas hierbas, de un patio trasero.
Harry , tiene su mundo detrás de un andén oculto y mágico, al que sólo pueden acceder unos pocos privilegiados.
Peter, Susan, Edmun y lucy, tenían el suyo detrás de un viejo armario repleto de grandes abrigos de pelo, repletos de polvo acumulado tras varios años.
Peter pan y los niños perdidos para llegar al suyo deberán girar en la segunda estrella a la derecha, y volar hasta el amanecer.
Yo ya se que el mío está detrás de un montón de tapas viejas y duras, que esconde unas cuantas hojas con historias de todo tipo.
¿Cual es el tuyo?

Nunca te rindas

-¿ Por Qué esperar todo un año para aprender mis poderes pudiendo desarrollarlos ahora? ¿Por qué dejar que pase más tiempo?
- Porque aún eres muy joven, y hasta hace dos días no sabías que tenías poderes, todavía no eres consciente de la responsabilidad que conllevan y tu cuerpo aún se tiene que adaptar a los cambios que sufrirás.
- Pero tú los aprendiste a controlar cuando solo tenías cinco años, no es justo.
- Yo me he criado en una familia de magos tu no. Todavía es demasiado pronto, ya has oído a mi padre.
- Pero no es justo.
- La vida no es justa Rebecca.
Salió de la habitación y cerró la puerta, dejándole con todas las ganas que puede soportar una persona, cuando desea algo con todas sus fuerzas.
-Si Shane no me enseña, lo haré yo misma.- se dijo mientras se sentaba en su nueva cama, pensando la manera para poner en marcha su plan.

2 de septiembre de 2011

Sopas de letras con sentido

Eres especial, por todos los momentos que paso contigo, por todas las cosas que me enseñas, por todas las tardes lluviosas y no lluviosas que me tumbo en mi cama soñando contigo a la vez que leo tu historia, porque para una persona normal, eres solo un montón de folios cosidos, con un porrón de palabras que para ellos no tienen sentido, como una sopa de letras, en cambio, pero para mi lo eres todo, un mundo al que poder escaparme cuando estoy harta del de verdad, para mí cada hoja son otros 15 segundos disfrutando y soñando, fantaseando cosas que me encantaría vivir y pasar.
El problema viene después cuando te ha llegado el fin, cuando despierto de mi mundo y vuelvo a la realidad, cuando tengo que dejar de lado los sueños y afrontar los problemas y responsabilidades, cuando mi vida deja de ser una vida de cuento y se vuelve tranquila, aburrida, sin motivos por los que luchar, sin personas a las que salvar, una vida normal

A veces un abrazo vale más que mil palabras

podía notar su presencia, estaba aquí. Caminé lento hacia el armario en el que mi madre  solía guardar los trastos para limpiar. Podía escuchar su respiración, el latido de su corazón, podía oler su miedo,  abrí la puerta y allí estaba acurrucada en una esquina, tirada en el suelo, con lágrimas derramadas por las mejillas, y otro montón de ellas en los ojos preparándose para salir. Levantó  la vista, y al verme se lanzó a mis brazos, le abracé como si me fuera la vida en ello, encajábamos a la perfección, y no soporté la idea de perderla, éramos como dos mitades, si una se perdía, la otra se partiría a pedazos.
Seguimos así, abrazados, callados, solo con el ruido de nuestras respiraciones y algún que otro sollozo de Elisabeth.
- Tranquila. - le susurré estrechándola aún más entre mis brazos, cosa que hasta ahora me había parecido algo imposible.- Estoy aquí, tranquila.
- Pensé... Pensé que habías muerto Nathan. Pensé que no volvería a verte.
Me separé un poco para mirarle a los ojos, aquellos ojos azules que tantos sentimientos me mostraban día a día, aquellos ojos de los que me enamoré.
- Te Quiero, y nunca dejaré que te hagan daño.- le besó la frente y se volvieron a abrazar. permanecieron así horas, pero ninguno de los dos dijo nada, no les hacía falta, pues aquel abrazo valía más que mil palabras.

Se que volverá

Avanzando entre la maleza me di cuenta de que era una pérdida de tiempo, que no lo volvería a verle, tenía que dejar de alterar mi rutina para ver si me encontraba con él, porque se había marchado. No podía cambiar eso por más que lo deseara, mis deseos nunca se hacían realidad, a veces incluso pensaba que el mundo se ponía de acuerdo para fastidiarme, cosa que solía pasar a menudo...
Di media vuelta, y seguí el camino por el que había venido. Me sentía perdida, sola, triste y el estar siempre pensando en él me estaba haciendo daño, tenía que afrontarlo se había ido, nada iba a traelo de vuelta. Cuando eres un ángel te mandan una misión, la haces y vuelves al cielo así de simple le había dicho él al principio de conocerla del todo, al final, no fue así de fácil el marcharse dejándo todo de lado, todo lo que había conseguido en dos años, toda la amistad, amor, toda las risas, momentos y caricias...
Ella soñaba con que le dejarían seguir en la tierra, seguir como todo este tiempo , pero no fue así, y la despedida fue mucho peor de lo que habían maginado.
Habían pasado dos meses desde que Alek se había marchado y Emma no había corrido peligro desde entonces, así que no volvería.
Nunca pasará nada entre nosotros le había dicho Alek, pero se confundió.
Emma se dio cuenta de que había dejado de andar, y estaba mirando un punto que parecía inalcanzable en el horizonte, una pequeña luz que brillaba a pleno sol, pero consegía hacerse notar, conseguía llamar su atención, entonces empezó a derramar las lágrimas. Algo le decía que ese punto de luz era Alek, y que pronto volvería como le había prometido .

Todos tenemos barcos

Aún te ves a ti misma mirando por la ventana esperando ver acercarse a la orilla ese barco que tanto  ansías y trae a la persona que añoras, la persona  a la que amas, las ganas de reír, las ganas de poder salir a la calle sin miedo, etec...  sabes que esta situación te hace daño, y ese daño aumenta con el tiempo pero tu no pierdes la esperanza y sigues soñando y fantaseando con él, cada persona tiene un barco y en cada uno viaja algo totalmente distinto, uno puede traer alegría, en otro puede estar ese padre que se marchó cuando tu eras pequeña, uno puede tener esperanza y otro el deseo de ganar un batalla perdida. Pero no es solo distinto el contenido sino también la forma, un niño pequeño está esperando un barco piranta, un barco vikingo...
Yo ya se lo que quiero encontrarme en mi barco ¿y tu? ¿sabes que es aquello que tanto deseas, aquello en lo que piensas cada noche antes de irte a dormir, aquello con lo que sueñas?

Dulces sueños

Seguí corriendo, no podía parar.
Intenté apartar las ramas como podía para poder pasar, mis brazos estaban llenos de arañazos enrojecidos, el sudor empezó a caer hasta llegar a mis ojos, intentando cegarme, seguí corriendo sin mirar atrás.
De repente frené en seco, no me había dado cuenta de lo que tenía delante, un cortado, no había forma segura de bajarlo, pero tenía que hacerlo o me cogerían.
Empecé a correr, sin pensar el riesgo que corría al hacer eso, sin pensar en lo larga que era la caída, el golpe que se llevaría cada hueso, músculo de mi cuerpo al chocar con el suelo, sin pensar que lo que estaba haciendo era un suicidio, que al final si conseguía salir de él con vida habría sido mi salvación. Habría conseguido ganar algo de tiempo si lo conseguía, el suficiente para salir de todo esto con vida.
El camino cada vez era más estrecho, más difícil de cruzar, decidí ralentizar el paso, entonces escuche sus gruñidos, estaban cerca, no podía pararme ahora, tenía que escapar. Comencé a la carrera y entonces sucedió.
Me resbalé, empecé a caer, intenté agarrarme a cualquier rama o piedra, que estuviera dispuesta a sostener mi peso, pero no lo conseguí, caí. Noté como cada hueso de mi cuerpo se rompía, estaba perdida, no podía coger aire, y dejé de intentarlo, esperando que todo acabara, las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas creando así surcos en el barro que se había pegado a mi cara. Dejé de escuchar y no podía abrir los ojos. Todo había acabado.
-¡Alice! ¡Despierta! -escuchó los gritos de su madre desde la cocina.
Todo  había sido un sueño… no, no podía haber sido un sueño, había sido tan real. Cuando se levantó descubrió que tenía barro en las piernas y estaba sudorosa.
-¿has tenido dulces sueño cariño? –le preguntó su madre a la vez que le daba un sorbo a su taza de café.
- demasiado dulces, mamá.
Algo le decía que no había sido realmente un sueño.